Las Pequeñas y Medianas Empresas mexicanas enfrentan un panorama complejo dada la constante incertidumbre durante el último año. Durante 2020 se perdieron un millón 10 mil 857 Pymes, según los datos del Inegi en su estudio de la Demografía de los Negocios (EDN), buena parte de esas empresas cerraron sus operaciones por la falta de liquidez, provocada por la baja de demanda que generó la pandemia.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) las pymes representan el 99 por ciento de las empresas en la región y aportan 67 de cada 100 empleos. Históricamente las Pymes han utilizado recursos propios como su principal medio de financiamiento, seguidos por préstamos familiares y de amigos. Tan sólo el año pasado se estimaba que en México las 4.1 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) aportaban 42 por ciento de la generación de riqueza nacional, es decir del Producto Interno Bruto (PIB), pero sólo 23 por ciento obtenía financiamiento de la banca tradicional.
Durante 2021, la falta de acceso a financiamiento se ha convertido en uno de los principales obstáculos para el crecimiento de las Pymes. La Asociación de Bancos de México (ABM) ha compartido que el crédito de los bancos a las Pymes ha caído 4.3 por ciento, al tiempo que la pandemia de coronavirus agravó el panorama del fondeo. En un país como México con un limitado acceso a los sistemas tradicionales de financiamiento, el sector financiero no bancario resulta clave para aumentar el acceso de más personas y empresas al crédito.
Los empresarios con gran necesidad de recursos, buscan apoyo en otras instituciones no bancarias como Sofomes, FinTech o crowdfunding, sociedades de crédito, que han tenido que suplir la falta de flexibilidad y el exceso de reglas del sistema tradicional.
Las Sofomes como tal nacen con un sentido afín a la imperativa necesidad de ampliar la inclusión financiera. En un promedio, solo una de cad cinco solicitudes de crédito que recibe un banco son autorizadas; en cambio en las Sofomes, son siete de cada 10 las que normalmente se aprueban, ya que sus productos son complementarios de financiamiento con líneas de crédito más flexibles, con periodos variados, sin penalizaciones y con tiempos de gracia más largos. Ofreciendo acceso a fondeo, no solo en las grandes urbes del país sino en todo el territorio, aumentando las opciones de inclusión para las Pymes.
Está claro que cuando se habla de tomar una decisión entre las opciones de financiamiento, la flexibilidad, la velocidad y la personalización son claves muy por encima de los costos. Bajo las circunstancias actuales la frase “Cash is King”, implica que quien cuente con financiamiento es el que mejor podrá enfrentar la competencia provocada por la desaceleración. Son los que cuentan con líneas de financiamiento los que podrán sortear idealmente la incertidumbre, aprovechar las oportunidades que afloren con los equipos y maquinarias que les ayuden a ser más eficientes, mejorar la eficacia en su producción, ajustar más rápido sus procesos y reducir sus costos.
Hoy en día en el país hay alrededor de mil 700 Sofomes, que representan 57 por ciento de los intermediarios financieros del país. Según el Banco de México, 6 de cada 10 empresas del país obtienen sus requerimientos de financiamiento en una Sofom.
Como intermediarios financieros, las sofomes vemos en estas tendencias nuevas formas de impulsar la inclusión, a través de la evolucionando en dos frentes, algunas han expandido sus horizontes impulsando join ventures con fabricantes y distribuidores con programas vendor donde la Sofom se convierte en brazo financiero y mejora las posibilidades de las pymes en la obtención de financiamientos ágiles y a la medida. Por el otro lado, muchas de las Sofomes son o se encuentran en el camino de formar parte del sistema FinTech evolucionando hacia modelos digitales novedosos para el otorgamiento de crédito.
Es por eso que en tiempos de recesión este sector se convierte en un aliado estratégico de los empresarios en el país que buscan nuevos caminos creativos e innovadores para hacerse de los recursos necesarios para impulsar su crecimiento en una economía en una compleja y disruptiva recuperación.
Texto tomado de Milenio, escrito por José Achar Abadi