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Empezando desde el principio
Si es tu primera vez considerando pedir un crédito, puede que aún tengas muchas dudas sobre cómo funcionan y para qué sirven. En palabras simples, un crédito es una cantidad de dinero que pides prestada a un fiador -puede ser una entidad o una persona- para invertirla en diferentes fines, y la cual te comprometes a devolver según los términos y condiciones que se hayan establecido entre las dos partes.

Ahora que ya sabes en qué consiste un crédito, debes saber que existen dos tipos principales: los personales y los empresariales. Como su nombre lo indica, no son lo mismo y confundirte podría tener consecuencias muy serias al momento de lograr tus objetivos, así que será mejor explicarlos uno por uno.

¿Qué es un crédito personal?

De seguro ya te hiciste una idea, pero un crédito personal es aquel que solicitas para ti con cualquier fin. Desde tener cubierta una emergencia hasta comprarte algo que se sale de tu presupuesto en el momento, los créditos personales están diseñados para cubrir gastos comunes.

Para conseguirlo, deberás contar con un buen historial crediticio y dar ciertos documentos para validar tu identidad, tales como tu RFC, tu NSS, comprobantes de ingresos, identificación oficial y comprobante de domicilio, entre otros. Después de que la institución financiera a la que hayas acudido valide tus datos, te ofrecerán un crédito a tu medida.

Según tu puntaje crediticio y el motivo por el que hayas solicitado el crédito personal, tu banco te prestará una cantidad determinada de dinero y te dará un plazo para pagarla; si cumples con las fechas establecidas, podrás ser acreedor a beneficios como no pagar intereses. Sin embargo, es importante señalar que los plazos para liquidar los créditos personales no suelen ser muy largos porque las cantidades tampoco lo son.

¿Y los créditos empresariales?

A diferencia de los personales, los créditos empresariales son solicitados a nombre de una empresa o compañía con el fin de hacerla crecer o de mantener las cortinas arriba. Si tienes una pyme o quieres iniciar un negocio, este tipo de créditos es perfecto para ti porque están pensados para costear proyectos que requieren una inversión fuerte.

En el caso de los créditos empresariales, será de gran ayuda contar con una cuenta bancaria empresarial, ya que tendrás toda la información de tu negocio a la mano, además de que no confundirás tus finanzas personales con las de la empresa. Al final, el proceso es básicamente el mismo: cuando tu banco valida los datos y documentos de tu empresa, te ofrecerá un crédito a la medida de tus necesidades.

Por otro lado, las cantidades de efectivo serán mayores para los créditos empresariales porque, como ya dijimos, su razón de existir es ayudar a las pequeñas y medianas empresas a invertir y costear proyectos de precios elevados. No es lo mismo comprarte la pantalla de tus sueños que modernizar la barra de tu cafetería con todo y utensilios, ¿verdad?.

Elige sabiamente
Ahora que ya sabes cuáles son las diferencias entre un crédito personal y un crédito empresarial, podemos estar seguros de que tomarás la mejor decisión de acuerdo a los planes que quieras realizar.

Sin embargo, queremos hacerte una pequeña aclaración por si, en algún momento, consideraste usar un crédito personal con fines empresariales: NO LO HAGAS. No sólo vas a recibir una cantidad limitada de efectivo que seguramente no cubrirá los gastos de tu proyecto, sino que el plazo para pagar será más corto. Con esto, te arriesgas a no cumplir con los tiempos, lo que puede verse reflejado en multas, intereses y, finalmente, en arruinar tu historial en el Buró de Crédito.

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